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Jul 23, 2023

Un impulso oscuro del alma

Un campo de golf en Encino. Una llamada telefónica. Es mi compañero de cuarto de la universidad, de la costa este. Un amigo ha muerto. "Oh, no." "Pero no sabes cómo murió". Todavía estoy jugando. “Fue asesinado... por su

Un campo de golf en Encino. Una llamada telefónica.

Es mi compañero de cuarto de la universidad, de la costa este. Un amigo ha muerto.

"Oh, no."

"Pero no sabes cómo murió".

Todavía estoy jugando.

"Fue asesinado... por su hijo".

"Ay dios mío."

Al acercarme al green 15, le cuento la noticia a mi compañero de golf y luego hago un putt de 24 pies para alcanzar el par.

"Si hubieras recibido esa llamada hace tres horas, habrías tenido la mejor ronda de tu vida".

Nos reimos mucho.

Es el viaje a casa lo que me arrastra hacia la atrocidad casual de la vida estadounidense y mi reacción entumecida ante ella. Como la mayoría de los emigrantes a Los Ángeles, pensé en poner un continente entre mí y las malas noticias del viejo país. Ahora, 34 años después de mi mudanza, el continente me sigue de cerca en Hayvenhurst Avenue.

Me detengo en una zona roja y considero los cálculos que no cuadran: ¿La noticia de un hermano de fraternidad asesinado equivale a un mejor golf y grandes risas?

Esto no está bien. En algún momento, cuando no estaba mirando, la inmunidad general al shock embotaba mi sistema nervioso.

Y así comienza, dependiendo del tráfico, mi búsqueda de 40 minutos para volver a aprender a enfermarme adecuadamente.

Al volverse hacia Ventura, surge la idea de que esa crueldad no soy sólo yo. Me viene a la mente una letra de Chrissie Hynde de 1982: “El teléfono, la televisión y las noticias del mundo / Entré en casa como una paloma del infierno”. Ahora estamos en 2023, cuando estamos agobiados por los encierros, los tiroteos masivos, los Proud Boys y los millones, etc. ¿Quizás la disociación sea un síntoma de culpa del superviviente a nivel nacional?

Es un pensamiento tranquilizador pero insatisfactorio, una coartada para un drogadicto de secundaria, una versión de "todo el mundo lo hace". Esto debe volverse personal.

Mi amigo. Era un buen tipo. Divertido. Áspero en los bordes pero sensible. Nos unimos por el Bronx, donde vivían mis abuelos y donde él creció. Lo había visto solo dos veces desde 1979 y recibí una llamada suya en los años 90, sobre planificación patrimonial. "Lo siento. Ya tengo un chico. No, me encanta vivir en Los Ángeles. Es bueno escuchar tu voz, hombre”.

Al este de Haskell, calculo que en el momento de esa llamada, su hijo, que ahora se encuentra en una celda, estaría en la escuela primaria.

Mi mente instantáneamente se descarrila hacia la trama del guión. Digamos que una sobredosis accidental de agua del grifo de Los Ángeles me otorga poderes sobrenaturales para ver el futuro, lo que me lleva a un segundo acto de intentos cada vez más desesperados de salvar la vida de un viejo amigo. ¡Vaya, un “Informe de minorías” menos futurista!

Lo escribiría si no fuera por la huelga del Writers Guild of America. Realmente debería hacer un piquete mañana. Dicen que el piquete de Netflix es muy divertido.

Esperar. ¿Qué?

Esto da miedo, como si mi cerebro hubiera desarrollado una evitación emocional con manos libres. Aún más aterrador: me doy cuenta de que no es nada nuevo.

Acercándome a Sepúlveda, considero el impacto desensibilizante de haber tenido una carrera como escritor de comedias en Hollywood. Vuelvo a 1997, cuando "despertar" era sólo un verbo y ningún chiste era "demasiado pronto". En (quizás) el momento más oscuro jamás visto en “Seinfeld”, la escena del hospital en la que Susan es declarada muerta por lamer sobres tóxicos de invitación de boda comprados a bajo precio por su prometido, George Costanza, George finge dolor y luego les dice a Jerry, Elaine y Kramer. : "Bueno, tomemos un poco de café".

Me encantó esa escena mucho. Me enorgulleció ser parte del espectáculo. Ahora, al pasar por el Centro Cultural Skirball, me pregunto si ese fue el primer síntoma de un cierre emocional de la válvula de admisión.

No. Unos años antes, a raíz de Rodney King, el terremoto de Northridge y OJ, bromeé: “La gente dice que no se mudarían a Los Ángeles porque se perderían el cambio de estaciones. Pero Los Ángeles tiene cuatro estaciones: temporada de incendios, temporada de terremotos, temporada de disturbios y temporada piloto”.

Podrías pensar que estoy a punto de echarle la culpa a Los Ángeles por mi estado de insensibilidad, pero no es así. Al girar hacia Sunset, no quiero culpar a nadie ni a nada, y mucho menos a esta gran ciudad. Cuando “¿Cómo llegué a esta situación?” pasa a "¿De quién es la culpa?" todo está perdido.

Detenido en otra zona roja, busco en Google a mi amigo. La horrible noticia aparece de inmediato. Dos disparos en la cabeza, uno en el pecho y otro en el abdomen.

Como comediante aficionado, hago una broma sobre un hombre que “murió pacíficamente mientras dormía después de recibir cuatro disparos en la cabeza y dos veces en el pecho”. Debería haber una orden de restricción sobre qué tan cerca puede llegar la comedia.

Pero se trata de llegar a casa. Necesito que esto llegue a casa.

Sobre los obstáculos en Amalfi, pienso en 1975 y en mi amigo lanzando pases de Frisbee increíblemente largos en Fraternity Row. Cómo me ató la corbata para el baile de primavera. Cómo se reía como un coche con dos tubos de escape.

Al doblar hacia mi calle, voy a donde realmente no quiero ir: imaginándolo cargando a su hijo pequeño en la sala de partos, lo más alejado de su mente es: “Algún día, este niño gorgoteante...”

Hogar.

La última novela de Peter Mehlman es "#MeAsWell". Fue escritor y productor de “Seinfeld”.

1:30 pm, lunes, en la Capilla Memorial Funeral Directory en Princeton. Seguirá el entierro en Resthaven Memorial Park en Princeton.

1 pm, hoy (sábado), en el Pipestem Spa and Event Center en Pipestem.

A las 11 am de hoy (sábado), en la Iglesia Presbiteriana de Westminster en Bluefield.

A las 11 am de hoy (sábado), en la Iglesia Presbiteriana de Westminster en Bluefield.

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